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El primer mandamiento sai, que debió encantar a
Maduro, a tenor de las veces que lo repite, es«ama y sirve a tu patria».
En su discurso del pasado 13 de diciembre, a punto de llorar, habló del«milagro
del siglo XXI», que consiste, ni más ni menos, en una revolución espiritual
provocada por el amor que suscita Hugo Chávez. Ahí es nada. Lo cuenta Lidia
Jiménez en el suplemento dominical del diario madrileño La
Razón.
Maduro afirmó
literalmente que la enfermedad del líder bolivariano «ha provocado una
verdadera revolución de la fe, de la creencia en Dios y por eso desde nuestro
corazón no hay duda que vivimos un milagro en pleno siglo XXI, el milagro de
Chávez». Y añadió: «Nos impresiona ver a los pueblos musulmanes del
Medio Oriente en sus mezquitas, orando, pidiéndole a Alá que interceda por
nuestro comandante. Ver a los indios mayas, a los aztecas de Centro América…
Ver a los cristianos en todas las lenguas del mundo rezando por la vida y salud
del comandante Chávez y del pueblo venezolano».
Según Maduro, lo que más le ha impresionado ha sido ver la
conversión de los más descreídos.«Creyentes y no creyentes. ¿Cómo se llama
eso? Eso se llama amor. Lo que surge gracias a Chávez se llama la revolución
del amor, que no es otra cosa que el socialismo hecho humanidad», proclamó
Maduro.
Esta espiritualidad a
raudales radica en las enseñanzas de Sathya Sai Baba, un gurú de
masas fallecido en 2011 y rodeado de polémica. Sus principios de amor y
comunión, un tanto turbadores pero quizás efectivos, podrían ganarse al pueblo
venezolano. O no. Si acabara alcanzando la presidencia, las tendencias
espirituales podrían ser más una carga que una liberación si no consigue
convencer al pueblo de que es un líder contundente, válido y útil para ocupar
el cargo de máxima responsabilidad de un país. En esto están de acuerdo
oficialistas y opositores.
Algunos venezolanos
contrarios a Chávez y residentes en España miran el lado positivo: «Mejor
un iluminado que un dictador». El problema es que el líder religioso de
Maduro, Sai Baba, es considerado por muchos un impostor, un prestidigitador que
captaba a los adolescentes o la gente«sin discernimiento», como explica
a La Razón Ramiro Calle, el máximo representante del
Yoga espiritual en España. «Hacía creer en milagros y materializaciones
de relojes y otros objetos, que después resultaba que había comprado en Suiza»,
critica Calle, que defiende, eso sí, a otros muchos gurús «verdaderos» que
predican el desapego, la humildad, la no violencia o la sencillez.
Otros restan importancia
al tema. «El asunto hindú y su relación con Maduro debe ser una
excentricidad propia de un revolucionario venezolano con mucho poder y dinero»,
declara a este diario el periodista Víctor Zambrano, de Maracaibo,
capital del Zulia, el estado opositor más beligerante.
Hugo Chávez, de 58 años,
debe reasumir el 10 de enero la presidencia tras ser reelecto en octubre. Los
rumores sobre su estado de salud son de todo tipo. Desde que la última
operación ya es paliativa porque el cáncer está extendido, hasta que todo es
una utilización de la enfermedad para seguir manipulando a la población.
Todo el poder para ellos
Todo el poder para ellos
Pero muchos se
preguntan, dentro y fuera de Venezuela: ¿cómo es en realidad ese hombre sereno
llamado Nicolás Maduro? El más fiel amigo de Chávez, una suerte de escudero,
era conductor de autobuses urbanos y de metro en Caracas. No tenía formación
universitaria pero sabía reivindicar los derechos laborales de sus compañeros,
lo que le llevó a dirigir el sindicato de trabajadores del Metro de Caracas.
Alguna vez el presidente
Chávez se ha referido a estos orígenes. «Mira dónde va Nicolás, de
autobusero a vicepresidente… y cómo se burla de él la burguesía por eso»,
dijo poco después de ganar las elecciones del 7 de octubre. «Tremendo
canciller», exclamó en el 200 aniversario de la Independencia. El
presidente y Maduro se vieron por primera vez en 1992, cuando Chávez cumplía
condena en la cárcel de Yare por el intento de golpe de Estado. El sindicalista
se convirtió en un duro activista a favor de su liberación. En esa época
conoció también a la abogada Cilia Flores, su actual pareja,
encargada del caso. Ya no se separaron. Ambos desempeñan los más altos cargos
del Estado, la vicepresidencia (él) y la Fiscalía del Estado (ella).
Tampoco disminuyó la
amistad con el líder bolivariano. Maduro fue acumulando méritos personales. En
algunos viajes de campaña, a Maduro se le vio conducir el camión de Chávez, con
gesto resignado, mientras su jefe se daba uno de sus queridos baños de
multitudes. Sheyla Urdaneta, jefa de Política del diario
venezolano La Verdad, una de las voces opositoras, lo califica
así: «Es un amigo fiel, le guarda secretos, dice amén a todo lo que
pide o afirma, no lo contradice jamás, ni siquiera con un gesto. Su discurso de
ayer [por el 13 de diciembre], como vicepresidente, fue una oda a Chávez.
Discurso melcochoso [correoso], es el gran adulador del mandatario venezolano».
Por otro lado, y en esto
coinciden periodistas, políticos opositores y cargos venezolanos, Maduro es
más «proclive al diálogo» que el autoritario Chávez. «Maduro
se ha ganado a pulso el ser diplomático con una educación mínima, básica»,
explica Urdaneta. «Pero también ha cometido errores como cuando, para
congraciarse con Chávez, lanza improperios o descalificaciones a quien ataca a
su hombre preferido». En este sentido, fue una sonada metedura de pata
cuando llamó públicamente al candidato opositor Henrique Capriles «mariconsón
y fascista». Maduro se disculpó por el cubanismo alegando que «tenía
otra connotación» y que no se «metería con la condición sexual
de Capriles ni la de nadie». En el Diario de Caracas se le
define como «tocado por el hada de la calma». «Tal vez en
ello tenga mucho que ver sus creencias hinduistas», agregan.
Muchos achacan su
tranquilidad a la religiosidad que proclama. Las enseñanzas de Baba, el «gurú
milagrero», como le denominan por sus falsos milagros, no muestran nada
perjudicial (al menos en apariencia). Sus más importantes principios son: 1.
Ama y sirve a tu Patria. 2. Respeta todas las religiones con igualdad. 3. Ama a
todos. 4. Cultiva el amor por Dios.
El líder sectario
El líder sectario
El profesor de yoga
Ramiro Calle, sin embargo, tras decenas de entrevistas a los líderes
espirituales hindúes, escribió varios libros sobre los falsos gurús y el
cuidado que se debe tener con estas «masas enfervorecidas» fácilmente
manipulables «que entran en una locura febril y religiosa». «Sai
Baba dominaba los trucos como un verdadero ilusionista… La gente necesita creer
y se aferra a cualquier cosa…, este tipo era un cantamañanas, un farsante que
decía que era Dios… la gente con minoría de edad emocional es embaucada de
cualquier forma», subraya.
Muchas de estas sectas
están salpicadas, según el maestro, de escándalos como «suicidios de
discípulos desencantados, abusos sexuales de jóvenes y enriquecimiento ilícito
brutal». En el caso de Sai Baba fueron muchas las denuncias, algo que
parece no importar a los millones de seguidores del movimiento sai en el mundo.
El tiempo dirá si Maduro refuerza o abandona sus principios.
La fotografía que prohibó Chávez
La fotografía que prohibó Chávez
El presidente Chávez intentó restar importancia
a las creencias hindúes de su sucesor. Las fotos en las que Nicolás Maduro
aparece con el gurú Sai Baba en India (arriba) se intentaron ocultar e,
incluso, desaparecieron de algunas publicaciones webs. Puede que el líder
bolivariano quiera adelantarse a futuras críticas a su mentor por demasiado
suave, pacífico o «elevado». La no violencia no es un valor en el que Chávez
crea, ya que ha defendido el uso de las armas siguiendo al Che y
al grito de «Patria o muerte». Los viajes de Maduro para escuchar
de primera mano a Baba fueron duramente criticados por algunos sectores
venezolanos.
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