Carlos
Armando Figueredo Jueves, 21 de noviembre de 2013
La ley habilitante logró que todas
la órdenes de Hitler (Führer Befehle), desde las más sencillas hasta aquellas
que implicaban la muerte de millones de judíos y otros enemigos, tuvieran
fuerza de ley, tal como en el siglo 21 la tuvieron en Venezuela los “decretos
con rango, valor y fuerza de ley” de Chávez y tendrán los que de ahora en
adelante dicte Maduro
El 23 de marzo de 1933, el
parlamento alemán (Reichstag) aprobó una ley que le otorgaba plenos poderes a
Adolph Hitler, canciller del Reich, para legislar en lugar del parlamento.
Se
trataba de una Ley Habilitante, la Ley para Remediar las Necesidades del Pueblo
y del Reich (Gesetz zur Behebung der Not von Volk und Reich).
Para aprobar esa ley se requería una
mayoría de la dos terceras partes de los votos de los miembros del parlamento
que los Nazis, liderados por el presidente del Reichstag, Hermann Goering,
después de que ya se había inhabilitado al partido comunista, logró, en primer
lugar, evitando el boicot del partido por parte de los diputados socialistas,
decididos a no asistir para impedir el quórum requerido, mediante un cambio en
el reglamento según el cual se consideraba que a un parlamentario ausente sin
excusa válida se le consideraba presente.
A ello se añadió que ya había
parlamentarios del partido socialista que estaban detenidos. También hubo
violencia por parte de las fuerzas paramilitares de la S.A. Por si fuera poco,
Hitler logró captar el voto de los cristianos, influenciados por el sacerdote
católico Ludwig Kaas, mediante un discurso en el que afirmaba que la ley era
para la salvaguarda del cristianismo.
La facultad de legislar por decreto
le fue conferida a Hitler por un período de cuatro años que luego se prorrogó
dos veces. Junto con el incendio del Reichstag que dio lugar a que se decretara
la desaparición de los partidos político para que hubiera uno solo, el partido
nazi (NASDP) se inició una dictadura que duró hasta mayo de 1945 cuando
Alemania, ya con Hitler recién muerto, capítulo incondicionalmente ante las
fuerza aliadas.
La ley habilitante logró que todas
la órdenes de Hitler (Führer Befehle), desde las más sencillas hasta aquellas
que implicaban la muerte de millones de judíos y otros enemigos, tuvieran
fuerza de ley, tal como en el siglo 21 la tuvieron en Venezuela los “decretos
con rango, valor y fuerza de ley” de Chávez y tendrán los que de ahora en
adelante dicte Maduro.
Como dato curioso, vemos que la
habilitante de Hitler establecía en su artículo 2 que “Las leyes promulgadas
por el gobierno del Reich pueden desviarse de la Constitución en la medida en
que no afecten las instituciones del Reichstag y del Consejo del Reich. Los
derechos del Presidente no se ven afectados.” Y en su artículo 3: “Las leyes
promulgadas por el gobierno del Reich lo serán por el Canciller y se publicarán
en la Gaceta del Reich. Entrarán en vigencia en el día que siga al anuncio, a
menos que prescriban una fecha diferente. Los Artículos 68 al 77 de la
Constitución no se aplican a las leyes promulgadas por el gobierno del Reich.”
En otras palabras, se declaraba que no eran inconstitucionales. En las leyes
habilitantes de Chávez no hay mención alguna de algo que permita desconocer la
constitución. Chávez la desconoció al dictar decretos con rango, valor y fuerza
de ley orgánica y otros en materia penal, con clara violación del principio de
reserva legal según el cual sólo la asamblea puede legislar penalmente.
Seguramente Maduro hará lo mismo queriendo ir más lejos siguiendo con exceso el
propósito de su padre espiritual de acabar con la democracia e instaurar el
castro-comunismo en Venezuela.
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