Crónicas
de Un Buhonero. Una Conversación Con Dios
EXCELENTE
ESCRITO DE IVAN FERNANDEZ (EX PDVSA)
Aunque
son muy privadas, recientemente pudimos escuchar una conversación de un
pecador con Dios. El pecador muy compungido, ante el final de su pasantía
mantuvo esta conversación con su Creador.:
El pecador: Dios querido, sé que
he pecado pero bien sabes que lo hice con la mejor intención, el poder me
encegueció y ahora con lo que parece ser tu castigo, estoy muy asustado. Por
favor ¡No me lleves aún! ¡Déjame vivir!
Dios: Hijo mío, ciertamente
pecaste y aún continuas pecando. Pecas porque mientras tú recibes la
mejor atención, tus congéneres mueren de mengua en los hospitales donde no
hay medicamentos porque la rapacidad de tus cómplices no lo permite. Pecas
porque mientes cuando dices que lo hiciste con la mejor intención. Tu, yo
sabemos que desde el principio no tuviste la mejor intención. Pecas porque
mientras suplicas mi gracia, permites que tus congéneres mueran en las calles
por el odio y la violencia que pregonas. Pecas porque mientras suplicas mi
gracia, algunos de tus congéneres son víctimas de tu injusta justicia. Pecas
porque supones que yo quiero castigarte de ese modo. Pecas porque quieres
ignorar que fuiste tú quien labró su propio destino.….
El pecador: Pero amado padre,
¿acaso no es cierto que todo lo que ocurre lo dispones tú?
Dios: No Hijo, otra vez te
equivocas. En tu caso, el mal que padeces es la consecuencia de tus desmanes
y de tu odio. Ningún cuerpo fue creado para albergar tanto odio. Ningún
cuerpo fue creado para vivir eternamente y todo tiene su tiempo porque mi
tiempo es perfecto.
El pecador: Padre amado suplico tu
perdón. Te pido humildemente otra oportunidad. ¡Déjame vivir!
Dios: Querido hijo, debes revisar
tu corazón. Debes revisar tu alma. Mientras suplicas mi gracia, mi hija María
de Lourdes está encerrada en una prisión, porque te creíste poderoso y sin la
menor oportunidad la condenaste al ostracismo. Sabes bien que está enferma
pero le niegas la asistencia médica que requiere su mal, mientras tu
dilapidas riquezas para buscar donde no lo hay, remedios para tu mal. Mientras
suplicas mi gracia, otro de mis hijos amados Iván, permanece encerrado en una
prisión donde le niegas hasta la luz del sol mientras tú y tu familia
disfrutan de bienes y fortunas que nunca ganaron. Mientras suplicas mi
gracia, miles de tus semejantes mueren por las armas que adquiriste.
Engañaste a tu pueblo mostrando unas intenciones que nunca tuviste.
Asesinaste a muchos de tus semejantes por exigir sus derechos. Fomentaste la
adulación de tus funcionarios quienes para ganar tu reconocimiento se corrompieron:
Ellos, en su momento compartirán tu destino.
El pecador: Por favor, te pido, te
suplico otra oportunidad. Perdóname y ¡Déjame vivir! Me han dicho que basta
confesar para lograr la absolución.
Dios: Te han dicho mal hijo, no
basta confesar. No basta rezar. Debes arrepentirte de corazón y hasta ahora
no percibo que lo estés haciendo. Sólo estas asustado. Hijo amado, no
entiendo por qué te preocupas tanto por vivir si hace poco tiempo te creíste
eterno. Convives con los enemigos de mi fe. Engañas a tus semejantes y
permites que tus cómplices, roben y dilapiden las riquezas que les otorgué.
En los años que tienes dirigiendo a tu país, solo sembraste odio, violencia y
desolación. Corrompiste a muchas instituciones, arruinaste a muchas personas cuando
les robaste sus empresas y sus empleos y el peor pecado fue violentar los
restos de mí amado hijo Simón los cuales usaste con fines viles.
El pecador: Padre querido,
confieso mis pecados y suplico tu perdón. Por favor, ¡Déjame vivir!
Dios: Como ya te dije hijo mío, lo
importante no es vivir. Es saber vivir, cumpliendo con mis Mandamientos que
tantas veces violaste y con la ley de los hombres que tú mismo creaste. Debes
arrepentirte con alma, vida y corazón. Devuelve lo que tú, tu familia y tus
cómplices han robado, libera a quienes privas de la libertad injustamente.
Devuelve la dignidad a tu pueblo y reniega de los enemigos de mi fe. En
el tiempo que te queda, trata de ser un gobernante justo y sabio.
El pecador. Padre amado, si
cumplo con tus condiciones, ¿Tendré tu perdón?
Dios: Aún no has entendido. Mi
perdón no está condicionado. Ya te perdoné. Pero ¿podrás perdonarte tú?
El pecador: Padrecito ¿Por qué
lloras mientras me hablas?
Dios: Lloro hijo por las miles de
personas a quienes hiciste daño y por el destino que espera a tus
cómplices.
Dios: Vete en Paz hijo mío.
Afronta y acepta tu destino. No olvides que “Con la misma vara con la que
midas, ¡Serás Medido!
Iván Fernández
El
Buhonero de La Resistencia.
6
de Abril de 2012.
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